Define, el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Administración como: “5. Conjunto de los organismos destinados a la gestión y el funcionamiento de una parcela determinada de la vida social.” También define la RAE como Servicio Público la “Actividad llevada a cabo por la Administración o, bajo un cierto control y regulación de esta, por una organización, especializada o no, y destinada a satisfacer necesidades de la colectividad.”
Lo que esperamos de la Administración es la gestión óptima de los todos los recursos aportados, para su transformación en futuros servicios
Estas dos definiciones reflejan claramente lo que todos los administrados, personas entidades y empresas, esperamos de la Administración: que disponga de los medios necesarios para la gestión de una parcela de nuestra vida social con el fin de satisfacer las necesidades de la colectividad, por ejemplo, que gestione los recursos de las fuerzas laborales activas (cotizaciones) con el fin de ofrecer a aquellos ciudadanos que han finalizado su vida laboral un sustento mientras vivan (jubilación), o que recaude los fondos necesarios (impuestos, gravámenes y tasas) para satisfacer el coste de otros servicios públicos (educación, sanidad, seguridad…).
Como tal, la Administración debe gestionar estas actividades que le son encomendadas (Hacienda, Seguridad Social, Cultura, Sanidad, Estadística), poniendo la mayor diligencia posible, ya que utiliza los recursos de todos los ciudadanos y administrados, que SI son de alguien, son de la colectividad, para transformarlos en servicios que todos podemos necesitar en algún momento.
La posición de la Administración, y como tal del cuerpo de funcionarios que la integran, ha de ser una situación, sino de humildad, sí cuando menos de aprecio al Administrado, puesto que se debe a él, funciona gracias a los recursos que aportamos los Administrados, y lo pongo con mayúsculas para denotar la calidad del término y la importancia que ha de cobrar frente a la que tiene la Administración. La Administración debe obrar en interés del Administrado, Cliente, Demandante de servicios o como nos quieran llamar, pues cada vez hay más ocurrencias para establecer tabús en la calificación de las personas y entidades que nutrimos y demandamos los servicios que ofrece la Administración.
¿Se encuentra la Administración al servicio del Administrado o es el Administrado quien debe rendir cuentas a la Administración?
Es lícito que la Administración optimice sus recursos, trate de reducir al máximo el coste de funcionamiento, desde la exigencia a sus funcionarios en el cumplimiento íntegro del horario y la diligencia en la asunción de las tareas encomendadas, hasta la promoción de la utilización de las nuevas tecnologías para ofrecer en cada momento los servicios demandados por la colectividad con mayores niveles de calidad y efectividad. Pero eso no resta en absoluto ni un ápice a la función de la Administración, que sigue siendo la de satisfacer las necesidades de la colectividad.
Y dentro de estas necesidades, se encuentra -y ahora de una manera destacada y primordial con el establecimiento de los sucesivos Estados de Alarma- la de atender de manera personal y presencial si cabe a los Administrados, Ciudadanos, Clientes, Demandantes de Servicios o como puñetas les queramos llamar, y no cerrar las puertas de los organismos públicos a cal y canto y pedirles a todos los ciudadanos que realicen exclusivamente sus trámites de manera telemática, pues hay muchos que no tienen acceso a estas nuevas tecnologías.
La duda razonable de un administrador, es si la propia Administración está ofertando los servicios que requiere la propia sociedad
Como colofón a este post, voy a exponer la última realidad que me encontré ayer mismo: traté de pedir cita previa para realizar el registro de la propiedad intelectual de una obra (registro en el cual la fecha y hora tiene una importancia supina, y en el que hasta en la instancia de solicitud se debe reflejar, ya que este dato es primordial para determinar quién tiene la propiedad intelectual o industrial de la obra), y me encontré con la sorpresa de que solamente dan citas los jueves de 9 a 10 de la mañana porque solo pueden atender un día a la semana y además, como es preceptivo abonar una tasa y la entidad financiera que lo gestiona cierra la ventanilla a las 10:30, solo pueden ofrecer citas previas de 9 a 10.
¡Ah, y menos mal que vivo en la misma ciudad en la que tengo que realizar la gestión, pues si viviera en un núcleo alejado no podría acceder de ninguna forma a este servicio, pues no dispondría de transporte público ni de alojamiento debido al Estado de Alarma que ha reducido ALARMANTEMENTE los servicios públicos, incluido el transporte o los prestados por la propia Administración!
¿Es esta la Administración orientada a satisfacer las necesidades de la colectividad? ¿Está la Administración obrando conforme a su objeto? ¿Los ciudadanos recibimos los servicios públicos que necesitamos? ¿Debemos exigir un trato más igualitario de la Administración? ¿Cuándo perdamos las capacidades de adaptarnos las tecnologías que aparezcan en el futuro seremos unos parias marginados de los canales de comunicación con la Administración?
Creo que todas estas cuestiones son fundamentales para que toda la colectividad, como Administrados podamos demandar un funcionamiento de la Administración acorde a su objeto y a las necesidades de recibir los servicios públicos que tenemos los Administrados.
Tenemos lo que merecemos, ya que las urnas se nutren de nuestras decisiones, basadas principalmente en lo que promocionan las cadenas de TV más vistas.
Confiemos en que un día se reúna un grupo de las personas más competentes de España, cada una en su materia, y decidan formar un partido “apolítico”. No me importaría que cobrasen sueldos enormes, acordes a su valía y proporcional a los resultados obtenidos. Creo que la sociedad no necesita más políticos, sino buenos administradores y dirigentes, con currículums impresionantes y valores morales públicamente demostrados.
Tenemos personas así en este país y si alguien tiene acceso a alguna de ellas, que haga el favor de proponérselo. Muchas gracias.